Durante cuatrocientos años, la economía de los municipios costeros malagueños se sustentó, fundamentalmente, en el cultivo de la caña de azúcar, que introdujeron los árabes. Desde mediados del siglo XVI hasta la década de los sesenta del pasado siglo, la provincia contó con decenas de ingenios y fábricas, en las que se molía la caña para extraer el jugo con el que se preparaban la miel y el azúcar. De este pasado histórico permanecen hoy en día en pie, como testigos mudos de la historia, varias decenas de restos patrimoniales, con distintos estados de conservación.
Uno de los municipios en los que este pasado industrial es más patente es Nerja, donde se conservan una decena de enclaves. Sin embargo, la falta de fondos para su rehabilitación, unido a que en su práctica totalidad están en manos privadas -en su mayoría son propiedad de la Sociedad Azucarera Larios S. A. (Salsa)-, hacen que en plena crisis, estos vestigios de nuestra historia más reciente languidezcan y estén sumidos en un completo abandono y olvido, a merced de los que los visitan.
Así, después de unos años en los que durante el boom inmobiliario se llegaron a plantear iniciativas para su rehabilitación y reconversión como hoteles o museos -como en el caso de Ingenio de San Rafael de Torrox, del siglo XVIII, donde Salsa-Larios proyectó crear el primer hotel de cuatro estrellas del municipio, o la, por ahora, frustrada rehabilitación del Ingenio de Nuestra Señora del Carmen de Torre del Mar, y su apertura como Museo de la Caña de Azúcar-, en época de vacas flacas, estos edificios industriales sirven, en muchos casos, como improvisados escenarios de rodajes de cortometrajes o como pistas deportivas para la práctica de deportes de aventura, como el 'paint ball' -un tipo de lucha entre dos bandos con pistolas de pintura- o el aeromodelismo.
Uno de los enclaves de mayores dimensiones y que presenta un mejor estado de conservación es el de la Fábrica de San Joaquín de Maro, en Nerja, que data de 1880 y está situado en el Pago de las Mercedes. En sus inmediaciones, los fines de semana es habitual encontrar a aficionados a estas prácticas deportivas o cinematográficas, algo que a juicio del historiador local Francisco Capilla, es «lamentable e indignante». «No se entiende cómo en el actual PGOU todos estos edificios históricos no tienen ningún tipo de protección especial, están a merced de la dejadez y la destrucción», afirma.
En efecto, el planeamiento vigente en Nerja no recoge ningún tipo de figura de protección para todos estos enclaves, más allá de que estén situados en terrenos clasificados como no urbanizables o como sistemas generales de equipamientos. «Lo más grave es que ni siquiera en la revisión del PGOU que se está haciendo se han incluido», se lamenta Capilla, quien recuerda que a través de la nueva Asociación Cultural para la Conservación y Difusión del Patrimonio Histórico La Volaera, que acaban de constituir un grupo de vecinos de la localidad, presentaron el pasado abril alegaciones para solicitar su protección específica. «No sabemos si han sido atendidas», dice.
Negociaciones
Fuentes municipales apuntaron que se van a catalogar con una figura de protección arquitectónica, debido a su interés para el estudio de la arqueología industrial malagueña. El Consistorio está en negociaciones, desde hace años, con Salsa para poner en valor todo este rico patrimonio, en especial para el caso del Ingenio de Armengol, en Maro, de 1585. «Aunque no se hagan intervenciones de rehabilitación, lo deseable sería parar su deterioro, señalizándolos y acotándolos, como en el caso del Ingenio de San Antonio Abad, de 1590», dice el profesor de historia.
En Torrox solo se conserva el Ingenio de San Rafael, del siglo XVIII, junto al IES Jorge Guillén, de los tres que tuvo el municipio. El proyecto para rehabilitarlo como hotel ha quedado aplazado, después de que el Ayuntamiento iniciara en 2008 un expediente para su recuperación como patrimonio local.
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